lunes, 26 de enero de 2009

Lo que duele



El hambre duele porque ni siquiera es desinformada, es un atentado contra cualquier atención posible.

El alcalde de San José de Maipo diciendo que la gente cesante justifica la brutalidad del proyecto que condena los ríos y la cuenca porque les darán trabajo.

Los políticos parchando en el corto plazo y sus lobbistas asociados a los capitales y a los intereses de un tipo de empresariado completamente anticuado que no considera vital la sustentabilidad. Y que ese empresariado y no el otro venga a ofrecer soluciones energéticas.

La ley, la constitución chilena duele porque permite entregar a los derechos privados los bienes públicos y termina vendiendo existencias que no conoce bien y cuyo comportamiento no alcanza a estudiar. ¿Eran caudales ecológicos los que secaron ríos y dejaron hilos de agua que desertificaron todo el entorno? ¿Qué saben realmente de los glaciares que serán degradados por proyectos aprobados? ¿Se dan cuenta que están decidiendo sobre asuntos de los que casi nadie ha estudiado lo suficiente aún? ¿Cuántas cuencas quedarán disponibles cuando por fin aprueben la ley de manejo integrado? ¿Quedará alguna para proteger con la ley aprobada?
Duele que mientras tanto y, sin ley vigente, existan sesenta proyectos hidroeléctricos apurando la aprobación de los servicios.

Los servicios públicos también duelen porque no tienen siempre capacidad para dar respuestas seguras y terminan resolviendo bajo presión y por alineamiento de autoridad.

La participación ciudadana es muy dolorosa porque solo está considerada al principio de la discusión y luego quedamos marginados ante la ley aquellos que somos implicados directos.

La mitigación y la compensación monetaria para un desastre ecológico es una patada que corrompe porque termina convirtiendo en una negociación privada entre comunidades y empresas interesadas la entrega del patrimonio nacional.

Escribir esto duele como duele pasar por tantas instancias silenciadas que pretenden ignorar que se está por condenar una cuenca altamente estratégica para Santiago su agua, su aire crítico y su clima.

Duele ver que todos estos asuntos son causales del cambio climático y que ya hay víctimas de él que son injustamente atacados como los primeros soldados de una embestida que puede herirnos rápidamente a todos.
El calentamiento global es un arma de destrucción masiva que, por ahora la administración pública y los intereses económicos de un empresariado poco moderno eligen seguir desarrollando. Su crecimiento guardado como un arsenal de guerra que va hipotecado nuestro futuro y nuestra alegría condenándola a una forma de control que, más temprano que tarde, se les escapará de las manos. ¿Podremos rescatar el planeta antes?

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