viernes, 5 de marzo de 2010

TERREMOTO La lógica de la tierra.


Me despertó Milagros (la perra que acabo de adoptar), ladró sin pausa hasta que me dispuse a salir y me enderecé en la cama. Entonces la tierra empezó a moverse, su embestida no es la de un pillaje desesperado, es la justicia con que caen las almas que buscan revancha abierta.
Como el epílogo de quien fue violada mil veces y aprendió a esperar que su propia fuerza se acumule para cobrarse la herida. Una sentencia clara que, limpia y a veces mata. Con la capacidad de una salva meditada. Caminé calculando la fuerza de su sacudida. Me pareció que el segundo piso de mi cabaña podía derrumbarse y me alejé de mi hogar, me senté en una planicie donde Milagros se ovilló escondiendo los ojos en mi regazo. El movimiento aumentaba y el río bajó sumando la caída abrupta de piedras como bandadas de águilas militares.
Era el mismo vaivén de esa noche en que casi morimos pescando en altamar. La tierra y esa ola que me perdonó entonces, vinieron a terminar de cobrarse mis miedos. Escuché los árboles crujirle de rodillas al viento subterráneo mientras mi casa rogaba dejando que se caigan todos sus libros. La Diana de porcelana que mi abuela guardó cincuenta años; cayó partida al medio, veinte años después de convertirse en la diosa de mis altares.


Y Dios en todos sus modos, macho y hembra, presente y enrabiado con su creación, lanzando el borrador a la basura.
Sentí que era la hora, el instante, la frontera. Aparecían los gritos de un nacimiento incognosible y me tocaba cruzar de una vez. Asi se apaga este sostén absurdo. Entonces paró.
Intervenida por una llave maestra que no sé usar aún, pero que anuncia la puerta de un cambio imperativo. Cuando me levanté mi cuerpo seguía temblando como si la réplica energética fuera yo. Caminé escuchando la cruza exclusiva y antojadiza de fenómenos inabordables, estuve en silencio, sin luz y con mi linterna vagando por el campo, hasta cansarme y caer revuelta en la cama que me aturdió 15 horas.
Entre mis sueños la tierra volvió a hacerme náufraga, me lanzó terrones y pozos donde caí a ratos. Mandé mensajes y confirmé que mi familia biológica estaba a salvo. Luego quedé incomunicada y me dejé tragar por los seguros pendientes, desplomados entre mis días, hasta el último.
A las tres de la tarde me levanté, mordí ciruelas que los árboles ofrecieron maduras, le di comida a Milagros, me sentí sola y descubrí que no tenía agua ni luz.
Al día siguiente volvió la televisión. Obama anunció que miles de hermanos de mi patria han muerto. Se hizo visible que millones de seres humanos están heridos por esta tierra convulsa y revuelta. ¿Qué habla en su trance? ¿Qué rito desenfrenado está desparramando con nosotros sacrificados como una cascada de almas del caldero?
No me animo a mover nada, mi detención es sincera, dime por favor ¿Dónde hay que ubicarse para que no te nos vengas encima? Eres nuestra casa y nuestra fuente, si no te escuchamos antes disculpa, podemos aprender sin apalearte ni ofenderte, somos más buenos y más sabios de lo que nos has podido ver. Tranquiliza el mar, podemos ser medicinales hasta que tus espasmos se aquieten. Déjanos empezar con cuidado, déjanos reinstalar la parte pura y agradecida de nuestra especie

3 comentarios:

Pablo Avila dijo...

Querida Vannesa:

Me emociona la lucidez de tu experiencia esa noche en que la tierra se hizo mar.
Esa noche la contemple desde un barco pesado surcando las olas de pasto y madera bajo la luna llena, con la emoción de un turista de invierno ante un mar poderoso. Encendido por el ruido me entregue a la euforia, inconsciente de los gritos que contenía. Mientras, la madre severa revolvía el cuarto de sus hijos exigiendo mas respeto y un nuevo orden. Aun no tengo palabras para completar esos minutos, sera la culpa de terminar con una sonrisa embelesado ese momento, sin pensar que muchos pescadores no superaron la tormenta.
Te leo y releo escuchando tu voz, raro privilegio, hace tanto que nadie me lee cercana, amorosa en la entonacion justa que vibra todo aquí adentro. Creo que tus palabras son urgentes y necesarias, no vaya a ser que entre todo este ruido persistente y por muchos aprovechado, perdamos el verdadero significado de esta pequeña advertencia de la Madre Tierra.

mariapetraglia@gmail.com dijo...

Después de leer un par de veces la historia en primera persona, un temblor interno me inundó.

Anoche vi el programa especial e hice mi donación...pero siento que la reconstrucción necesaria no es solo material. Ojalá podamos hacer algo para que esa noche no vuelva...ni siquiera en tus sueños.

docilvanemiller dijo...

Gracias a ambos creo que estas experiencias nos conectan desde nuestra delicadeza y, aunque el costo de lo vivido es aún un pendiente social...poder abrazarnos desenmascarados y vulnerables es un eje limpio desde el que construir más sanos... Gracias Pablo y gracias María.