jueves, 16 de octubre de 2008

Lo que queda alcanzaba.


Es una frase dura para los tiempos que corren en que queremos tener certeza de lo restante. Lo que aún está ahí, donde podemos echar mano.

Ese fondo del bolsillo que tiene fondos.

Y ella es una metáfora clara:

Fue mi abogada en varias cuestiones, era una mujer que no paraba de fumar ni de cortar el margen con un decreto inapelable. Caminaba firme, cobraba caro, no negociaba honorarios y no creo haberla visto sonreír antes.

Hoy me la volví a encontrar. Suele tomar sol y café en mi camino a la piscina. Es la segunda vez que me siento y pido un cortado acompañándola algunos minutos.

Quedó asi después de su derrame.

La primera vez que la vi, estaba acompañada por una amiga en común a la que sí reconocí en el acto. A ella la encontré parecida a Susan Sontag, diferente. Dura sí pero sabia.

Tiene dificultades para mover su mano derecha y está aprendiendo a usar la izquierda. Impresionante es la alegría que contagia. Las dos veces me hizo reír de buena gana. Dice que ahora no hace nada. Se ríe y saca risas. Lo dice como alguien que perdiendo privilegios ganó la libertad que necesitaba.

Hoy estaba sola y me senté algo invasora. Me recibió sonriente. No sé si antes sus ojos tenían esos espacios de luz blanca. Hablamos poco, repasamos las frases que puede decir sin problemas como: dejé de fumar/ no puedo hacer nada. Esa última nos volvió a hacer reír. Luego pregunté algo más. Intentó pero no pudo contestarme con palabras. Fue un poco ingrato hasta que con una comunicación más fina, aclaró que tenía la respuesta adentro pero que no podía expresarla.
Lo dijo tranquila y se movió como si guardara algún tesoro en esta parcialidad.

Nos reímos mirándonos a los ojos. Esa sensación que me provoca su risa es tan grata que me queda latente. Repitió que estoy hermosa, quiso saber de mi corazón. Eso lo indaga en cuanto me ve, otra vez antes de que me vaya.
Y hablamos del corazón.

Entonces me vine pensando en la crisis, en lo que dejará... ¿qué quedará de lo dejado?.

Mi amigo Jorge no llegó a nuestra reunión de trabajo porque hubo una muerte y un intento de homicidio en menos de una semana en su cuadra. Necesitaba cobijarse y descansar. Ayer mi amiga Margarita me contó que asesinaron al anciano que atendía el Kiosco de su esquina. También nos trató de asaltar un niño amenazándonos pegado al vidrio del auto de ella.

¿Los que quedamos con lo que queda?
¿Echaremos mano al fondo haciendo salir nuestra riqueza?
La que somos.

Apago todo.
Sonrío con la imagen de ella
tanto más abierta ahora a su propia felicidad.

2 comentarios:

Carlos Bennett dijo...

en realidad escribir acá es una excusa, bueno todo al final es una excusa, para tratar de dilucidar una cuestión que me da vuelta desde hace mucho rato, y que quizá no tenga mucha relevancia, pero igual cada cierto tiempo se asoma a verme y por cierto me ve: ¿porqué jamás he - o hemos mejor dicho - conversardo más allá de un simple y social hola vane, hola carlos?. Lo pongo, así abiertamente y en público, porque tengo mucho cariño por ti.
vaya un beso

teikozen dijo...

Querido carlos Gracias por decirlo asi públicamente y por visitar el blog. No tengo respuesta a la pregunta pero tenemos todo el futuro para desarrollar la invitación a conversar que haces.
Ya hay más que un Hola.